lunes, 25 de mayo de 2009

¿A qué huele la litteratura?


Lunes, 25-05-09
DICE un amigo mío con mala baba que, si al entierro de Franco hubieran asistido los hijos de todos los favorecidos y bendecidos por el Régimen -en señal de agradecimiento, se supone-, el sepelio se habría parecido mucho a un congreso socialista. ¡Hay que ver qué maldad! Este amigo mío es un hablador. Aunque lo que no sé es por qué me ha venido a la cabeza esta puntilla a propósito de la muerte del poeta José Miguel Ullán. Quizá sea porque he supuesto que a sus exequias habrá asistido, de ser bien nacida, la pléyade de escritores, poetas y artistas que le deben gran parte de lo que son y de lo que venden. Fue Ullán un poeta más visible que legible, con la fortuna de ver editada su obra completa en el completo sentido de la palabra. Sus «Ondulaciones» son una vida literaria con casi todos sus días; sólo faltan algunos: aquellos que el propio Ullán quiso borrar de su memoria y de la de los lectores.
A lo largo de los 70 y 80, Ullán supo sacarle partido al poder que le conferían una buena mano en los medios de comunicación de la época, unos largos dedos en la compleja maraña editorial del momento y una adscripción rotunda al pensamiento único. Quizá, quien menos supo rentabilizar las posibilidades de su propia creación fuese él mismo; pero no cabe duda de que ha dejado para la posteridad un legado y un estigma entre los que resulta difícil muchas veces delimitar una frontera.
Hay quien ingenuamente sigue pensando que, como dijo Larra, escribir en España es llorar. Nada más lejos de la realidad. En un mundillo tan prostituido por el dinero como otro cualquiera, el llanto ya no brota ni al cortar cebolla para sofreír ese bacalao correoso de las conferencias y los premios literarios, especialmente cuando vienen dotados con largueza. Resulta frecuente y muchas veces sonrojante comprobar cómo en España se cumple punto por punto lo que en Francia denunciara Brenner en sus Diarios: que la literatura huele a podredumbre. Por lo demás, que Ullán descanse en paz.

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