lunes, 4 de mayo de 2009

"El desafio de la ciudad europea es mantener o recuperar sus raíces"

Lunes, 04-05-09
POR MANOLO DO RÍO
-¿Cómo surgió este modelo de programa intensivo y congreso internacional de literatura y ciudades?
-Todo empezó hace cinco años a partir de una red Erasmus entre los departamentos de filología de las universidades de Tartu (literatura universal, Jüri Talvet), Santiago de Compostela (gallega, Dolores Vilavedra), del País Vasco (vasca, Jon Kortazar), de París 8 (el Instituto de Estudios Europeos, Annemarie Autissier) y de Kiel (literaturas románicas). Tras los primeros seminarios, a comienzos del 2006 pedimos fondos a la Unión Europea para estudiar modelos de construcción y estrategias de representación de los imaginarios culturales de las ciudades o países de origen de los respectivos grupos.
-En el seminario de París, hace un año, especificaron la perspectiva.
-Efectivamente, centrándonos en la reconceptualización de la ciudad en las vanguardias y posvanguardias europeas (literatura, arquitectura y cine) para finalmente -en el seminario de Santiago que también dirige Anxo Abuín-, ampliarla a cuestiones más bien derivadas de la globalización. Los coordinadores fijamos los temas de los seminarios de acuerdo con el perfil respectivo de la ciudad donde se celebran, y así para el de Santiago ganan especial relieve cuestiones de identificación nacional e hibridación social sin olvidar las formas y casos específicos de proyección americana de las ciudades europeas, la diáspora gallega en América Latina.
-El programa lleva el título «Urbes Europaeae». ¿En qué medida ha funcionado para estudiar y llegar a conclusiones sobre ese espacio metamórfico, cultural y literario que llamamos «la ciudad europea»?
-Entendemos cada ciudad estudiada como un modelo representativo, pero en su conjunto se ha ido forjando un panorama muy diferenciado de procesos paralelos en los múltiples discursos que se articulan en el espacio urbano. Lo propio de la ciudad es el cambio y las continuas metamorfosis económicas y sociales tienen una inmediata repercusión cultural.
En mi última visita a La Coruña me di cuenta de que la Calle Juan Flórez había perdido la imagen de barrio que aún tenía hace cuarenta años, mientras que la Avenida del General Sanjurjo, la salidas por los Castros y las Jubias, habían ganado el carácter de un barrio entrañable con pequeñas tiendas, plazas y espacios de comunicación ciudadana; es decir el arrabal se habría incorporado a la ciudad.
Por otra parte, una zona relativamente periférica hace treinta años, aún con leiras adonde íbamos a por patatas y mazorcas de maíz, son hoy en día concurridas zonas comerciales y saturadas de bloques de viviendas.
-Los movimientos de población y su actividad, que transforman la morfología urbana.
-Éste es el destino de las ciudades europeas, pero sobre todo buscábamos la reflexión que a propósito de esos cambios ofrece la literatura, el cine e incluso los nuevos medios de comunicación audiovisual. Justo la literatura sitúa al hombre en situaciones a veces extremas, y la ciudad -siendo nuestro espacio más cotidiano- es marco e incluso fuente de situaciones extremas, de radical extrañeza, de identificación emocional, de experiencia de paso, de proyección utópica... Hoy en día parece que la condición humana es una condición espacial, que dimensiona la vivencia de los espacios.
-Cuenta usted que ahora podemos percibir en su conjunto las ciudades europeas, porque viajamos, o gracias a la televisión, y sabemos que se caracterizan por tener generalmente una larga historia, de siglos, pero al mismo tiempo muy matizada.
-Claro, así que podemos contrastarlas: Vigo se desarrolló durante el siglo XX en los términos de una ciudad industrial, algo que ocurrió a Kiel ya a finales del siglo XIX; ambas ciudades carecen de un imaginario cultural-identificador tan fuerte como la mitología jacobea de Santiago, pero justo su modernidad las hace portadoras de emblemas de la vanguardia: el Canal de Kiel, celebrado por Fernando Pessoa en su «Oda Triunfal»; o la cultura obrera de Vigo, que valga el caso estalló en los ochenta con grupos musicales como Siniestro Total y Golpes Bajos.
-Buscamos ese tipo de relaciones y contrastes entre las ciudades europeas, ¿cierto?
-E incluso en Galicia se empieza notar algo ya evidente hace décadas en las metrópolis europeas: y es que los espacios urbanos del siglo XXI son -y cada vez serán más- un tejido multicultural y multirracial, un equilibrio precario o quizá un radical desequilibrio entre el individuo y su entorno, el hombre y sus tecnologías, entre los grupos sociales y los discursos que constituyen la ciudad.
-Opina que ante esos conflictos sigue siendo necesario considerar la ciudad contemporánea como un espacio antropológico. -Y no olvidar que la cultura es la fuerza más vigorosa para construir la ciudad del hombre, más aún a la vista de las insuficiencias y gravísimos problemas de la actual ciudad, las megalópolis y sus formas de desaparición o mutación.
-Ciudad y Literatura. ¿Dos caras de la misma moneda, reflejando estéticamente la misma realidad?
-La literatura refleja y analiza la problemática condition urbaine del hombre actual, de forma compleja, entretenida y a la vez con excelente calidad artística. Yo diría que la mejor literatura es capaz de desvelar las caras ocultas de la ciudad y los aspectos más recónditos de la sensibilidad urbana, articula algo así como el imaginario y el subconsciente colectivo de sus habitantes. Eso es lo propio de la literatura urbana, llegar adonde no llegan los estudios sociológicos, los discursos del urbanismo, ni los psicólogos, ni los historiadores, ni los políticos.
-Es el privilegio de un discurso no-pragmático como es el literario.
-Que permite justo eso, mostrar la anatomía interna de nuestras ciudades europeas, con autenticidad y sin moralina: su brutalidad y sus encantos, su condición de espacio al mismo tiempo emocional y funcional, su conversión a veces en un espacio fantástico y otras siniestro, así como también su aptitud para convertirse en un terreno de formación, de comunicación, de transacciones libidinales, y también de las redes ocultas de internet... Sea la novela negra, la poesía lírica, el teatro, la novela histórica, la cibernovela... La literatura reinventa sin cesar las ciudades donde vivimos e incluso crea los imaginarios urbanos que a menudo acaban por suplantar en nuestras cabezas las ciudades reales que habitamos.
-La ciudad europea, ¿sigue siendo un escenario legible y el espacio de una comunidad cultural propia y diferente, o la ve siguiendo los modelos americanos de ciudad descentrada, rota y de periferias iguales?
-Lo propio de las ciudades europeas quizás sea su perspectiva histórica en profundidad. Ahí radica también su potencial identificador sobre todo de cara a las ciudades de Norteamérica. No es que éstas no tengan ya su historia, pero su perfil es el de la ciudad moderna con sus proyecciones en la ultramodernidad. La ciudad europea también aparece muchas veces rota y fragmentaria, como dices, hoy más dispersa en unas periferias cada vez más extensas y serializadas.
-La vertiente culturalmente más trágica de las ciudades europeas.
-Y, lo que no obstante, las puede convertir en un espacio cómodo o utilitarista. El desafío de la ciudad europea frente a la americana es conseguir mantener o recuperar sus raíces, activar su potencial simbólico, y precisamente la literatura y la cultura son resortes de producción del capital simbólico y fuente de creación de un imaginario significativo tanto para el individuo como para la comunidad. -¿El caso de Santiago es el más palmario?
-Una única ciudad es capaz de dar significación a toda Europa. Visitantes de todos los países europeos ven cómo las calles de Compostela articulan su propia identidad. Pero no olvidemos tampoco que la identidad es algo imaginario, muchas veces construido con retazos de buena literatura, desde el «Códex Calixtinus» hasta las narraciones más contemporáneas. En una palabra, Santiago es una ciudad escrita y requeteescrita. Como ocurre con otras ciudades, como París y Roma, eso le da una enorme entidad a su imaginario. Así resulta que la literatura para Santiago supone para Santiago un capital simbólico tan importante como su arquitectura.
-¿Cuáles son los próximos proyectos en los que trabaja?
-Si se dice que un clavo saca otro clavo, yo añadiría que un proyecto complementa a otro, y así de las lecturas de la ciudad pasamos a la cartografía literaria del Camino de Santiago. Los próximos meses ultimaremos un proyecto de traducción dedicado al itinerario jacobeo en León. Acaba de salir el libro en castellano en el editorial leonés «Lobo Sapiens», y estoy muy ilusionado con la edición gallega de ese libro que coordina el profesor Luciano Rodríguez, de la Universidad de La Coruña, así como también con la edición francesa coordinada por la profesora parisina Béatrice Rodríguez.
Y naturalmente también con la alemana. La traducción literaria es una disciplina de gran exigencia cuya importancia está quizás aún por valorar convenientemente. Justo un fin de semana reciente lo he pasado con 25 estudiantes y monitores encerrado en la isla frisia de Sylt traduciendo ese libro y poesía gallega contemporánea.

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