30/10/2010

El centro:
El último conflicto en el pueblo entre PP e IU acerca del legado del Centro Sesmero traen de nuevo a la palestra una reincidente cuestión, que aunque en principio tiene fácil respuesta, sobreviene esporádicamente cuando los sentimientos en juego son demasiado vivos. ¿Se debe juzgar un legado por su autor, cuando su biografía puede ser puesta en cuestión?
El legado:
Alrededor de 4000 libros. 3.000 referencias en documentos primarios de instituciones varias, cientos de fotografías originales de la primera mitad del XX, centenares de cartas con personajes muy relevantes, centenares de audios… en resumen: un archivo de documentos variados y muy interesantes que abre la puerta a la posibilidad de conocer mejor la historia de la Málaga de ayer.
Cedido por el periodista, investigador y escritor, que lega un archivo que es testimonio de su implicación con la historia de Málaga.
El conflicto:
Al parecer, IU no considera que se deba aceptar el legado de Sesmero porque dicho nombre estuvo ligado a las voces que se alzaron en favor de la Guerra de Irak. Se trata, evidentemente de un argumento que no se dirige, en principio, contra el legado, sino contra el personaje. Y aunque cabría la posibilidad de dirigir la acusación hacia el legado, pues tratándose de documentos varios como es el caso, cabría esperar cierto sesgo, sin embargo, no parece que haya ninguna suspicacia contra esta variada donación, sino que se trata tan sólo de un rechazo hacia la persona que lega.
Aspectos especulativos pertinentes al caso: ¿Debemos valorar el legado de una persona, o su biografía? ¿Qué debe ser aquí tenido en cuenta “lo que legado” o “quién lega”? Ciertamente nos podemos encontrar con grandes directores de cine que fueron espías que trabajaron a favor de Rusia contra EEUU o filósofos afines al nacionalsocialismo… personas relevantes e importantes que en lo personal se entregaron a actos no tan honorables como sus creaciones. Pero un buen cuadro es bueno ya sea que lo pinte un anarquista o un fascista. Porque la obra vale en sí misma independientemente del autor. ¿Debe pagar la obra la torpeza biográfica de su autor en caso de que esta torpeza exista? Dicen los entendidos en arte que una obra nunca debe ser vista intentando ponernos en los ojos del autor, ni mucho menos intentando entender lo que el autor quiso expresar. Dicen, que una obra debe ser valorada en sí misma, entrar en diálogo con una obra que tiene una autonomía que seguramente va mucho más allá de lo que jamás el autor hubiera concebido. Así dicen los entendidos que ocurre con el arte. Y no me cabe duda de que lo mismo puede ser dicho de los libros. Ya sean de ciencia, literatura o filosofía… deben ser vistos en sí mismos, sin importar quien escribía. Pero es que no sólo ocurre que difícilmente un libro sobre la reproducción de las abejas puede sufrir condena por la biografía de su autor, sino que además debemos suponer que habrá estudiosos que lean con pasión las obras de personajes violentos y dictatoriales como Cesar y Napoleón sin que se les deba acusar de querer conquistar el mundo. No creo que un libro de orientación no compartida deba ser prohibido, ni una obra de arte (pongamos por caso las pirámides o el coliseo) demolida por simbolizar algo con lo que hoy estamos en desacuerdo. Si en lugar de tratar de libros o de cuadros, lo que nos ocupa es un archivo histórico con una recopilación de datos como el del centro Sesmero, entonces la polémica es el asunto se clarifica aún más. Y si nunca, considero, el legado debe dejar de ser valorado en sí mismo, sino que siempre debe serlo por las posibilidades que despierta en el público en general, cuanto más cuando resulta, si lo que tenemos entre manos es un archivo documental, que sería aparentemente una locura cerrar la puerta a posibles investigadores que encuentren en dicho centro la oportunidad para conocer mucho mejor la historia de nuestra ciudad. En ningún caso la política debería permitirse el lujo de, por cuestiones ideológicas, cerrar puertas a la investigación en general, y, en particular, a la investigación de nuestra propia historia.
¿Análogos nacionales?: Curiosamente, a nivel nacional, la discusión también se está produciendo entre nuestros políticos. La intención de demoler el valle de los caídos podría ser tenido en cuenta como caso concreto de este debate que aquí tratamos. Y quizás hasta cierto punto podría interpretarse esta confrontación contra el centro Sesmero como una suerte de reproducción de este conflicto de ámbito nacional. Salvo que, por supuesto, las diferencias son insalvables.
En primer lugar porque el conflicto aquí es de menor escala, en el sentido de que implique menos personas. En segundo lugar porque parece ser que lo único que hizo este hombre, cuya biografía ha sido puesta en entredicho, ha sido opinar en una cadena local de televisión para defender, no se sabe muy bien aún en qué términos, que la guerra era necesaria. Una opinión, que sacada de contexto no permite muy bien, a los que no presenciamos en aquel momento la emisión, saber contra qué ni a favor de qué se estaba realmente posicionando. Y en tercer lugar, porque en Alhaurín lo que está en juego no es sólo el testimonio silencioso del pasado histórico, sino que se trata de un testimonio documental que permitirá, no sólo contemplar el pasado, sino abrir claves interpretativas para estudiosos. Si además, jóvenes doctorandos encuentran en Alhaurín un lugar posible de visita para buscar información privilegiada que no se encuentre en otros archivos… ¿vamos a poner trabas a una apuesta cultural interesante que además se le ha brindado (del alemán: bring dir’s, te lo traigo) al pueblo generosamente?
En términos menos especulativos y más funcionales:
Me parece una reacción demasiado exagerada por parte de Izquierda Unida, y aún así he creído conveniente tratar esta cuestión entre la obra y el autor convencido de que, incluso en aquellos casos de biografías oscuras, se debe valorar la obra por separado. No digo aceptar, sino valorar. Claro que tratándose de un archivo pequeño y de una opinión esporádica, hasta este gesto mío de intentar tratar la cuestión en abstracto resulta demasiado permisivo. Mas era oportuno hacerlo, pues dicha problemática ha generado un sinfín de comentarios y actuaciones políticas aparentemente descentradas.
Resulta además que, aunque pequeño, su material –dicen los que conocen de cerca el archivo- es bastante interesante: aprox. 4000 libros, 3.000 referencias a documentos primarios de instituciones varias, cientos de fotografías originales de la primera mitad del XX, centenares de cartas con personajes muy relevantes, centenares de audios… Lo que creo que debería hacerse aquí, antes de nada, es una descripción archivística. Tal es la tarea más urgente y más necesaria para convertir esta discusión política en una discusión con base real y no ideológica. Sólo después de una labor semejante podrá valorarse lo que el archivo puede ofrecer. Lo otro es negarse antes de tiempo… y aunque cabría la posibilidad de pensar que también podríamos hablar de un aceptar antes de tiempo, lo cierto es que todo material es bueno para una biblioteca, y lo único que se pide de esa descripción archivística es que manifieste hasta qué punto puede convertirse -o no- el centro en un lugar de interés cultural y documental de la provincia.
Una solución pacífica del conflicto
Quizás el conflicto se hubiera solucionado si IU hubiera solicitado una placa conmemorativa a favor de las víctimas. Si lo que le molestaba es la guerra de Irak, y este asunto parece no tener mucho que ver… estoy seguro de que al Ayto. le hubiera importado poco, e incluso hubiera sido un gesto bonito que no hubieran tenido mayor inconveniente en discutir, el de hacer algún gesto de homenaje por el estilo.
Incluso se podría haber barajado la posibilidad de dedicar a las víctimas algunos de esos nuevos parques que está haciendo la fundación; que en su esfuerzo encomiable por caer bien a los ciudadanos de Alhaurín no hubiera puesto (cabe esperar) ningún inconveniente al respecto, y además hubiera servido para salir en los periódicos con algo más bonito que ese supuesto moderno pipi-can (quiero aprovechar para decirlo) que consiste realmente en un recinto pequeño de cemento en medio del campo (ahora semi-asfaltado) con una manguera sin presión.
Cerrando el comentario
En conclusión, a nuestros políticos les gusta exagerar. Una revuelta como la que se ha formado haría pensar que estamos hablando de instalar una biblioteca nacional dedicada a promover la Guerra en Irak. Siendo hijo adoptivo del pueblo y una persona con una aparente -según se puede leer la noticia dada en diariolatorre.es- brillante carrera, la discusión no debería siquiera haber comenzado. Y yendo al centro real del asunto, si la localidad puede tener la oportunidad de contar con un archivo documental que se convierta en posible lugar de visita de jóvenes doctorandos y todo tipo de investigadores e historiadores… ¿tiene sentido todo este revuelo sobre la guerra? sobre este apunto la descripción archivística brindará, cabe esperar, la última y definitiva palabra.
http://www.diariolatorre.es/index.php?id=110&tx_ttnews%5Btt_news%5D=16290&tx_ttnews%5BbackPid%5D=176&cHash=7076814665
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